El M15 tiene que pasar urgentemente de la infancia de un espontaneismo vivificador a la madurez de un movimiento reconocible que expulse de su seno a las malas copias. Y ello exige la definición de un proyecto más o menos identificable y la articulación de un cierto principio de organización, instrumentos a los que hasta ahora se han resistido en nombre de la pureza original. Pero, de asamblea en asamblea, sólo se llega a ninguna parte.
etiquetas: 15m, indignación, regeneración, democracia